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La propuesta para la ordenación de este solar no se presenta como una entidad vertical construida a modo de barrera a lo largo del vial, horizontal y pasiva. Aquí el suelo se convierte en una superficie activa, un plano pasante construido con vocación de espacio público sobre el que la arquitectura emerge, como una figura improbable y fluctuante, a modo de volumen que levita sobre la ladera y que es tallado y pulido siguiendo la tradición escultórica del país (Chillida, Oteiza,...) que nos habla del vacío y las tensiones que este crea como valor escultórico y arquitectónico.

Se propone una actuación que formalice una imagen de 74 viviendas modernas y sostenibles y que a la vez respondan al particular entorno en el que se insertan, integrándose en la naturaleza cercana mediante la continuidad visual y física desde la calle de acceso hasta los espacios de esparcimiento público al sur que se asoman al valle.

La imagen del conjunto es compacta, rotunda, como un volumen plegado y horadado en uno de sus extremos que muestra en su interior la vida de sus habitantes. Proponemos resolver el análisis de las distintas escalas territoriales y conceptuales implicadas en el proyecto desde las pautas que emergen de la identidad propia del emplazamiento; interpretar con coherencia la esencia del lugar para crear situaciones nuevas imbricadas con lo existente, que permitan afianzar usos y funciones emergentes. El paisaje no puede ser fondo sino soporte de esas nuevas conductas.